martes, 27 de enero de 2009

Miedo...

Hoy he oído en la tele las declaraciones de una reciente madre que afirmaba algo interesante: "Ahora tengo miedo". Quizás esa frase, nacida del intelecto de una persona que, a simple vista, no se consideraría una gran pensadora, me ha hecho recapacitar sobre el asunto del miedo.

Personalmente, antes que amor, sentí por mi hijo miedo. Miedo de que no estuviera bien, miedo al cogerlo, miedo de no saber, miedo de fracasar, miedo de no convertirme en esa madre que siempre quise ser…


Nunca antes había pensado que el miedo forma parte de la experiencia vital de la maternidad, porque ahora dejas de controlar lo que antes dominabas gracias al paso de los años: tu propia vida. Antes, lo que te pasara a ti casi siempre tenia remedio y, sino tú podías con ello, porque las mujeres solemos ser fuertes para sobrellevar los baches del camino. Pero ahora lo que te ocurre ya casi no tiene importancia, porque lo que temes no es lo que le pasa a tu hijo, sino la lista infinita de cosas que le podrían ocurrir.

Y el miedo te va socavando, cada día un poquito. Te preocupa que enferme, te inquieta darle una buena educación, te angustian las noticias sobrecogedoras que oyes en cada telediario, te obsesiona la crisis y el precio de los pañales…

En definitiva el miedo que antes podías sobrellevar, porque tú eras fuerte, porque nada podía contigo, porque tus espaldas eran anchas para tirar adelante, ahora te mina y te hace decir algo que antes nunca habías pensado: "Ahora tengo miedo".

domingo, 18 de enero de 2009

Carta abierta al Dr. Carlos González

Estimado Sr. González,
Para mí la maternidad está siendo una constante lucha entre lo que está establecido que se debe hacer con los hijos y lo que yo siento que tengo que hacer. Por supuesto (y si me conociese entendería por qué lo de "por supuesto"), he hecho lo que mis vísceras me han mandado, y por ahora no puedo decir que me haya ido mal.


Sus libros han respaldado muchos de mis impulsos y me han permitido no sentirme culpable, por lo que sé, un sentimiento muy común entre las madres.

Yo le agradezco mucho cada una de las palabras de sus libros, pero estoy segura de que mi hijo se lo agradece más, porque toma leche materna cuando quiere, y sin que nadie lo fuerce, se duerme con los arrullos de su madre, sabe que en cuanto me necesite yo iré a ver qué le pasa y duerme plácidamente en nuestra cama todas las noches.

Pero le pediría que siguiera escribiendo, porque a pesar de lo convencida que estoy de lo que hago, aún siento cierta vergüenza al hablar con mis amigas y no poder afirmar que dejo a mi hijo llorar en intervalos de 3 minutos, que no le permito que duerma en el cochecito cuando estamos de paseo y que he fabricado un reloj que he puesto en su cuna para indicarle que los domingos no debe hacer ruido hasta las 10 de la mañana.

Y para acabar una última confesión, mi hijo no le teme al hombre del saco, sino a un tal Dr. Estivill que pretende hacerle la vida mucho más difícil a las madres y los hijos del siglo XXI.

Un saludo cordial,

viernes, 16 de enero de 2009

Y ahora la madre soy yo...

Desde hace unos meses me pregunto por que existen tantas canciones de amor (romántico) y tan pocas dedicadas a los hijos, cuando siempre he oído que el amor filial es el más grande que se puede sentir.

También desde hace algunos meses he comprendido que el amor que se siente hacia los hijos es inmenso, pero que las madres estamos muy ocupadas para componer.


Supongo entonces que las madres también estamos demasiado ocupadas para escribir blogs... pero son tantas las ideas que se vienen a mi cabeza mientras me saco la leche en el baño de mi oficina, que creo que deberían servir para algo. Por eso me he planteado escribir este cuaderno de bitácoras maternal, para compartir con quien pasee por la red lo que está significando para mí el hecho de tener un hijo. Si uno de esos transeúntes es una madre con las mismas preocupaciones que yo, quizás le sirvan mis experiencias para comprender algo que yo he aprendido hace poco: todo pasa…

Pasan las dudas, pasan los nervios, pasa el cansancio y pasan incluso las visitas de la familia.